jueves, 24 de junio de 2010

MANFRED MAX NEEF

0
El chileno Manfred Max-Neef estudió economía e hizo carrera como empleado de la empresa Shell. En 1957 dio las espaldas a la industria y se dedicó a estudiar los problemas de los países en desarrollo. Trabajó para organizaciones de la ONU y en diversas universidades de EE.UU. y América Latina. Inspirado por el desarrolló tesis que denominó «economía descalza» y «economía a escala humana», cuyos criterios definió ya en los años 80 en una matriz que abarca diez necesidades humanas básicas. En los años 90 formuló con la hipótesis del «umbral» la idea de que a partir de determinado punto del desarrollo económico, la calidad de vida comienza a disminuir.
Antes que sus datos biográficos se impone la presencia física del chileno Manfred A. Max-Neef: un gigante barbado, que sólo a regañadientes se pone un traje y prefiere la práctica ropa de trabajo. ¿Se ve así un profeta del Viejo Testamento?
Manfred Max-Neef nació el 16 de octubre de 1932 en Valparaíso, Chile. Sus padres eran alemanes, que, sin embargo, no pertenecían a la clásica inmigración introvertida del siglo XIX, sino a aquéllos que se trasladaron a América del Sur luego de la 1a Guerra Mundial. Su madre le transmitió una educación humanista y el amor por la música; el padre, uno de los fundadores de la economía política chilena, la orientación práctica. Manfred estudió casi inevitablemente economía e hizo carrera a mediados de los años 50 en el consorcio internacional Shell, en el que llegó a ocupar un cargo directivo.
En 1957 sobrevino una conversión inspirada por la música: Max-Neef abandona la carrera convencional para dedicarse al vagabundeo intelectual, desarrollando al mismo tiempo un creciente interés por cuestiones del desarrollo. En 1961 acude a un llamado académico de EE.UU., donde pasa a ejercer la docencia en Berkeley, California. Allí acompaña a los jóvenes rebeldes estadounidenses en su protesta contra la guerra de Vietnam.
Para Max-Neef, políglota y entre tanto conocedor de las teorías del desarrollo, se multiplican entonces los encargos de jefatura de proyecto para la ONU (en especial la FAO) y la OEA. En 1973 acepta un llamado de la Universidad de Chile, a la que arriba poco antes del golpe de Estado contra el gobierno de la Unidad Popular. Max-Neef se marcha al exilio. En Argentina pasa a trabajar en la Fundación Bariloche, fuertemente marcada por Carlos Mallmann, y donde se cultivan simbióticamente las ciencias naturales, las matemáticas y la música. En esos tiempos es editado «Límites de la pobreza», de A. Herrera y H.D. Scolnik, en el que se presenta el «modelo de Bariloche» como respuesta al escenario de catástrofe formulado por Dennis L. Meadow en «Limits to Growth». En «Límites de la pobreza» se trata de un modelo del mundo alternativo, basado en la igualdad y en la idea de cubrir las necesidades básicas, que no termina con el colapso global. También la Fundación Hammarskjöld, de Suecia, comienza a interesarse por este chileno poco convencional y lo acompaña editorialmente.
Entre el trabajo de proyecto y la reflexión teórica (que llevó a Max-Neef también varias veces hasta seminarios de la DSE), crece su bagaje de ideas. Max-Neef es premiado finalmente en 1983 con el Nobel Alternativo.
Con el dinero del premio, Max-Neef funda en Santiago de Chile el (hoy desaparecido) Centro de Estudio y Promoción de Asuntos Urbanos (CEPAUR), con el objetivo de poner en práctica sus ideas sobre un «desarrollo a escala humana» y desde entonces se multiplican los premios internacionales. Max-Neef se transforma en miembro del Club de Roma, la Academia Leopold Kohr, en Salzburgo y la E.F. Schumacher Society, en Inglaterra. En 1993 es candidato independiente presentado por los Verdes para la Presidencia de su país, una empresa destinada de antemano al fracaso en el Chile del milagro económico. Hoy, Max-Neef es rector de la pequeña, pero reconocida Universidad Austral, en Valdivia («una ciudad a escala humana»), en el paradisiaco sur de Chile, donde la política de exportación a rajatabla no ha dejado aún marcas visibles. No obstante, ni siquiera un Nobel alternativo puede satisfacer a todos: frente al rectorado, un disidente escribió, no sin cierta poesía: «Sr. Rector, la Universidad no es un banco». Max-Neef sonrió y no ordenó quitar el grafito.
Su propia búsqueda intelectual, la simpatía para con la gente sencilla, el small is beautiful de Schumacher, la obsesión de Leopold Kohr por unidades abarcables, el pensamiento alternativo de la Fundación Bariloche y sobre todo su propio trabajo de proyecto alimentaron la búsqueda de Max-Neef de propuestas para la puesta en práctica del «desarrollo a escala humana». El «desarrollo» fue definido por Max-Neef como la «liberación de posibilidades creativas» de todos los integrantes de una sociedad, como un concepto claramente separado del crecimiento económico y sin ser una condición para éste.
Estaciones en la senda hacia ese pensamiento fueron sus trabajos de proyecto durante los años 70 en Ecuador y Brasil, que cristalizaron en sus Experiences in Barefoot Economics. Tal fue el subtítulo de una de sus primeras publicaciones From the Outside Looking In, editada en 1992 por la Fundación Dag Hammerkjöld. En ambos proyectos - en Ecuador dedicado a pequeños campesinos indígenas de la región lluviosa del Pacífico (trabajo que le valió la expulsión del país por parte del gobierno militar de entonces), en Brasil donde intentó revitalizar una pequeña ciudad en Minas Gerais, interesante desde el punto de vista histórico-arquitectónico, pero desolada - impresionaron a Max-Neef la riqueza de ideas y la creatividad de la gente sencilla, en tanto se le demuestre solidaridad, se le transmitan conocimientos y se le abran perspectivas.
Justamente, en el caso de esos grupos, fracasan los consejos de la economía política clásica, que apuesta por los beneficios y para ello necesita una «masa crítica» que en los márgenes de una sociedad simplemente no existe. Para cerrar la brecha, Max-Neef propuso una «economía descalza» que pone el acento en lo pequeño y el compromiso apasionado. «So much can be achieved by thinking and acting small. This should not be surprising, after all, smallness is nothing but immensity on the human scale» (From the Outside Looking In, p. 205).
Inspirado por la Fundacion Dag-Hammarskjöld, que para su informe global «What New: Another Development» (1975) necesitaba ejemplos de desarrollo sectorial alternativo en América Latina, maduró en Max-Neef a mediados de los años 80 el instrumental de su «desarrollo a escala humana». Como el desarrollo no debe ser impuesto desde arriba, sino que debe venir de la base, Max-Neef elaboró un método para aprehender los verdaderos deseos y necesidades de la gente sencilla.
El objeto de su búsqueda lo ejemplifica el acto de una madre que amamanta a su bebé: un recién nacido tiene una necesidad básica, la subsistencia; la satisfacción la encuentra en ser amamantado, un acto que a su vez despierta otras necesidades, tales como protección, amor e identidad y simultáneamente estimula su satisfacción.
De acuerdo con ese modelo, Max-Neef construye una matriz básica con nueve necesidades básicas (una décima, la búsqueda de la trascendencia, le pareció entonces demasiado osada), conectadas axiológicamente con cuatro categorías de satisfacción de necesidades. Las nueve necesidades fundamentales son: subsistencia, protección, afecto, entendimiento, participación, ocio, creación, identidad y libertad.
Siguiendo el esquema se obtiene una matriz con 36 campos. A los satisfactores positivos se contraponen pseudosatisfactores o satisfactores inhibidores, que ofrecen una falsa satisfacción de deseos. El armamento, p. ej., promete protección, pero disminuye la satisfacción de otras necesidades, tales como subsistencia, afecto, participación o libertad; el nacionalismo chaunivista ofrece identidad, pero destruye otras áreas; el paternalismo impone protección, pero a costas de la comprensión, la participación, la libertad y la identidad.
En el marco de los preparativos de proyecto, los participantes son animados a buscar, primero en pequeños grupos, las respuestas positivas y negativas a esa matriz, para luego, en el grupo mayor, concentrar y sistematizar los contenidos de la matriz. De esa forma se alcanzan numerosos objetivos y sobre todo dos: se pueden identificar las reales necesidades a nivel local, pero también los temores, traumas y amenazas y se logra un gran efecto de dinámica de grupo que inspira creativamente a los miembros de una comunidad, los anima a reflexionar críticamente y los acerca entre sí.
Experimentos de este tipo se realizaron originalmente a fines de los años 60 y comienzos de los 70 en diferentes lugares de América Latina y luego continuaon en otros lados, aún en países desarrollados. Con las experiencias así obtenidas cristalizó ya por entonces un resultado que tendrá un valor central en el pensamiento posterior de Max-Neef: no existe, tal su tesis, correlación alguna entre el grado de desarrollo económico (industrial) y la felicidad relativa de las personas implicadas y también parecen aumentar la soledad y la alienación en las sociedades desarrolladas.
Esas reflexiones llevan a Max-Neef en los años 90 a formular la tesis del «umbral»: en un determinado punto del crecimiento económico, con la industrialización clásica, la calidad de vida de los ciudadanos comienza a disminuir. Max-Neef verificó esa hipótesis sobre la base del indice del Bienestar Económico Sustentable de la ONU: Austria, en su calidad de tímido modernizador, obtiene una mejor posición que Alemania y los países de Europa continental experimentan el «punto umbral» menos dramáticamente que Inglaterra o EE.UU. (donde la temprana política neoliberal hace divergir fuertemente el crecimiento y la calidad de vida).
De ello resulta el corolario: «quantitative growth must be metamorphosed into qualitative development» (Ecological Economics, p. 117). Desarrollo cualitativo no significa para Max-Neef reducir la satisfacción de necesidades o de calidad de vida ni tampoco debe renunciarse a la ciencia y tecnología.
Para resaltar mejor el argumento, Max-Neef creó (en forma paralela a la «sociedad de los 1,5 kilovatios» de Hans Peter Dürr) el ECOSON. Este acrónimo signfica ecological person y expresa la cuota de consumo de energía de un ciudadano que satisface sensatamente sus necesidades básicas sin marginar a nadie. El ecoson es por lo tanto un indicador que se refiere tanto a la disponibilidad de energía como a su justa distribución.
En vista de que la población mundial ha alcanzado la marca de los 6.000 millones, el consumo de energía per cápita no debería pasar de 1,5 kWh por hora (=13.000 kWh por año). Aplicando ese indicador a la población mundial, se llega a la - no sorprendente - conclusión de que los países industriales, que representan una minoría de la población mundial, consumen demasiados ecosones, mientras que el Sur, la mayoría, dispone de un modesto porcentaje de ecosones. Por ello, según Max-Neef, lo esencial no es reducir la tasa de natalidad en el Sur, sino ahorrar ecosones en el Norte. «It can be shown that if the ten richest countries of the world reduce their populations of Ecosons by 5%, it would amount to almost two hundred millions, which is the equivalent of the weight of all India.» (Paper, Club of Rome, p. 4).
Tales afirmaciones no deben ser mal interpretadas como antiimperialismo ecológico. Por el contrario, es justamente ese exceso de ecosones en los países ricos lo que amenaza seriamente el futuro de un desarrollo sostenible.

LISTA CLINTON

0
DAR CLIC EN IMAGEN PARA VER LA INFORMACION

martes, 22 de junio de 2010


Elogio de la dificultad
Estanislao Zuleta

La pobreza y la impotencia de la imaginación nunca se manifiesta de una manera tan clara como cuando se trata de imaginar la felicidad. Entonces comenzamos a inventar paraísos, islas afortunadas, países de cucaña. Una vida sin riesgos, sin lucha, sin búsqueda de superación y sin muerte. Y, por tanto, también sin carencias y sin deseo: un océano de mermelada sagrada, una eternidad de aburrición. Metas afortunadamente inalcanzables, paraísos afortunadamente inexistentes.
Todas estas fantasías serían inocentes e inocuas, sino fuera porque constituyen el modelo de nuestros anhelos en la vida práctica.
Aquí mismo en los proyectos de la existencia cotidiana, más acá del reino de las mentiras eternas, introducimos también el ideal tonto de la seguridad garantizada; de las reconciliaciones totales; de las soluciones definitivas.
Puede decirse que nuestro problema no consiste solamente ni principalmente en que no seamos capaces de conquistar lo que nos proponemos, sino en aquello que nos proponemos: que nuestra desgracia no está tanto en la frustración de nuestros deseos, como en la forma misma de desear. Deseamos mal.
En lugar de desear una relación humana inquietante, compleja y perdible, que estimule nuestra capacidad de luchar y nos obligue a cambiar, deseamos un idilio sin sombras y sin peligros, un nido de amor, y por lo tanto, en última instancia un retorno al huevo. En vez de desear una sociedad en la que sea realizable y necesario trabajar arduamente para hacer efectivas nuestras posibilidades, deseamos un mundo de satisfacción, una monstruosa sala-cuna de abundancia pasivamente recibida.
En lugar de desear una filosofía llena de incógnitas y preguntas abiertas, queremos poseer una doctrina global, capaz de dar cuenta de todo, revelada por espíritus que nunca han existido o por caudillos que desgraciadamente sí han existido.
Adán y sobre todo Eva, tienen el mérito original de habernos liberado del paraíso, nuestro pecado es que anhelamos regresar a él.
Desconfiemos de las mañanas radiantes en las que se inicia un reino milenario. Son muy conocidos en la historia, desde la Antigüedad hasta hoy, los horrores a los que pueden y suelen entregarse los partidos provistos de una verdad y de una meta absolutas, las iglesias cuyos miembros han sido alcanzados por la gracia –por la desgracia– de alguna revelación. El estudio de la vida social y de la vida personal nos enseña cuán próximos se encuentran una de otro la idealización y el terror. La idealización del fin, de la meta y el terror de los medios que procurarán su conquista. Quienes de esta manera tratan de someter la realidad al ideal, entran inevitablemente en una concepción paranoide de la verdad; en un sistema de pensamiento tal, que los que se atreverían a objetar algo quedan inmediatamente sometidos a la interpretación totalitaria: sus argumentos, no son argumentos, sino solamente síntomas de una naturaleza dañada o bien máscaras de malignos propósitos.
En lugar de discutir un razonamiento se le reduce a un juicio de pertenencia al otro –y el otro es, en este sistema, sinónimo de enemigo–, o se procede a un juicio de intenciones. Y este sistema se desarrolla peligrosamente hasta el punto en que ya no solamente rechaza toda oposición, sino también toda diferencia: el que no está conmigo, está contra mí, y el que no está completamente conmigo, no está conmigo. Así como hay, según Kant, un verdadero abismo de la acción, que consiste en la exigencia de una entrega total a la “causa” absoluta y concibe toda duda y toda crítica como traición o como agresión.
Ahora sabemos, por una amarga experiencia, que este abismo de la acción, con sus guerras santas y sus orgías de fraternidad no es una característica exclusiva de ciertas épocas del pasado o de civilizaciones atrasadas en el desarrollo científico y técnico; que puede funcionar muy bien y desplegar todos sus efectos sin abolir una gran capacidad de inventiva y una eficacia macabra. Sabemos que ningún origen filosóficamente elevado o supuestamente divino, inmuniza a una doctrina contra el riesgo de caer en la interpretación propia de la lógica paranoide que afirma un discurso particular –todos lo son– como la designación misma de la realidad y los otros como ceguera o mentira.
El atractivo terrible que poseen las formaciones colectivas que se embriagan con la promesa de una comunidad humana no problemática, basada en una palabra infalible, consiste en que suprimen la indecisión y la duda, la necesidad de pensar por sí mismo, otorgan a sus miembros una identidad exaltada por la participación, separan un interior bueno –el grupo– y un exterior amenazador. Así como se ahorra sin duda la angustia, se distribuye mágicamente la ambivalencia en un amor por lo propio y un odio por lo extraño y se produce la más grande simplificación de la vida, la más espantosa facilidad. Y cuando digo aquí facilidad, no ignoro ni olvido que precisamente este tipo de formaciones colectivas, se caracterizan por una inaudita capacidad de entrega y sacrificios; que sus miembros aceptan y desean el heroísmo, cuando no aspiran a la palma del martirio. Facilidad, sin embargo, porque lo que el hombre teme por encima de todo no es la muerte y el sufrimiento, en los que tantas veces se refugia, sino la angustia que genera la necesidad de ponerse en cuestión, de combinar el entusiasmo y la crítica, el amor y el respeto.

Que es el ALCA?


Es un acuerdo impulsado por EEUU. Pretende asegurar la libre circulaciónde las mercaderías y el capital desde Alaska a Tierra del Fuego.Pretende asimismo lograr el control de las economías de los países detodo el continente.Expresado así podría creerse que el ALCA aportaría algún beneficio anuestros pueblos.Si esto fuera cierto:¿Por qué se negocia a espaldas del pueblo y del Parlamento?¿Por qué se negocia en secreto con los respectivos gobiernos yrepresentantes de las grandes empresas?Tratemos de aclarar estos puntos.


•Busca impulsar una reducción arancelaria, a las exportaciones realizadas, entre todas las naciones pertenecientes al conteniente americano. Sólo la nación de Cuba, quedaría fuera de acuerdo, por medio de disposiciones establecidas por los Estados Unidos, debido a la antigua rivalidad existente entre ambas naciones.


Estados Unidos para el ALCA:
Cerca del 65 por ciento de las importaciones estadounidenses de bienes industriales y de consumo provenientes del hemisferio (que no se hallan ya incluidos en el NAFTA) obtendrían liberación arancelaria inmediatamente después de la entrada en efecto del ALCA, con la eliminación total de los aranceles a los productos industriales y de consumo hasta 2015.
Para las importaciones estadounidenses de textiles y confecciones provenientes de países miembros del ALCA, la oferta es aún más radical: proponemos reducir los aranceles a cero en sólo 5 años, siempre y cuando exista reciprocidad de los demás países.
Con el fin de darle un impulso inicial a la apertura de mercados, se ofreció la eliminación recíproca e inmediata de aranceles en sectores claves como productos químicos, equipos de construcción y minería, equipos eléctricos, productos energéticos, productos ambientales, tecnología de la información, equipos médicos, materiales textiles sin trama, papel, acero y productos de madera.


Portafolio de Servicios

0
DAR CLIC EN LA IMAGEN




jueves, 10 de junio de 2010

EXCEL

0